lunes, 17 de noviembre de 2008

La televisión es el "opio y el refugio" de las personas infelices

Un estudio señala que el consumo televisivo aumenta la infelicidad y puede generar adicción.

La adicción a la televisión es mucho más que una frase hecha. Un informe la califica como el "opio y el refugio" de las personas infelices a las que, sin embargo, no aporta ningún beneficio "a largo plazo". No sólo eso, sino que también les obliga a abandonar la práctica de otras actividades "más provechosas", según un estudio publicado por la compañía Springer Science+Business Media.

El documento, titulado ¿Qué hace feliz a la gente?, analiza el nivel de felicidad de las personas en función de sus actividades cotidianas. En este sentido, destaca que la televisión es uno de los factores que provoca infelicidad, al mismo tiempo que se convierte en una "adicción para las personas más vulnerables".

La droga catódica

Según el estudio, la televisión tiene "puntos paralelos" con las adicciones, ya que produce "momentos breves de placer", aunque a la larga su consumo puede conllevar "a la miseria y a los lamentos".

"Este medio no exige dificultad alguna para los usuarios, por lo que influye en personas con pocas habilidades sociales", señala.

El consumo diario de televisión es un 30% superior en las personas infelices respecto a las personas más felices, un patrón "particularmente dramático" para Springer. En cuanto a las personas con una felicidad intermedia, el consumo es únicamente un 10% superior al de las felices.

Además, revela que las personas que no están contentas en su matrimonio emplean más tiempo delante del televisor (un 10% por encima del consumo de las personas felices). "La mayor excepción del estudio se produce en el consumo televisivo, con claros índices de correlación con la infelicidad", apostilla.

Según Springer, esta conclusión es contraria a la de recientes estudios elaborados en la universidad de Princeton, donde consideran a la televisión como una actividad "altamente recomendable que mejoraría la calidad de sus usuarios".

Fuente: Público.es / EuropaPress

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domingo, 16 de noviembre de 2008

CAFEINA ¿Ha cambiado la posición de la iglesia?

En nuestros hogares, no bebemos o servimos bebidas con cafeína. Mis hijos cuestionan la posición de la Iglesia Adventista sobre el tema porque muchos de sus amigos de la iglesia toman esas bebidas en sus casas y aun en programas de la iglesia. ¿Ha cambiado la posición al respecto?

NO, la iglesia no ha cambiado su posición sobre el té, el café y otras bebidas con cafeína. En los Reglamentos laborales de la Asociación General 2007-2008, página 293, leemos lo siguiente: “Se desalienta el consumo de café, té y otras bebidas con cafeína”. Asimismo, en el Concilio Anual 2007, la administración de la iglesia confirmó que “la atención y los ministerios de salud adventistas solo promoverán prácticas que estén basadas en la Biblia o el Espíritu de Profecía, o los métodos basados en evidencias para la prevención y el tratamiento de las enfermedades, y para la conservación de la salud” (Ibíd., p. 297).

Elena de White nos brinda firmes consejos de evitar las bebidas cafeinadas. Ella jamás se refirió específicamente a la cafeína, pero su descripción de los efectos del té y el café reflejan abiertamente las acciones de la cafeína, por lo que podemos ver claramente que está hablando en contra.

Algunas publicaciones científicas están dando mensajes opuestos al referirse a estudios que muestran aparentes beneficios. Los grupos de presión que apoyan a la cafeína se encargan de comunicarnos con presteza y eficiencia estos informes. Sin embargo, las características farmacológicas básicas de la cafeína no han cambiado. Es la droga activadora psíquica (que produce cambios de ánimo) más popular y se utiliza mucho más que el alcohol y el tabaco. Puede producir dependencia física, que produce el síndrome de abstinencia cuando se interrumpe su ingesta abruptamente. Cuando esto sucede, la persona puede sentir síntomas tales como jaquecas, cansancio, irritabilidad, falta de concentración y náuseas.

Si bien no es común que se produzca la muerte por sobredosis de cafeína, de hecho es posible cuando se la busca intencionalmente, pero es más probable que suceda cuando se la ingiere en forma de comprimidos. Debido a la creciente popularidad de las bebidas gaseosas y energizantes, los médicos a cargo de las salas de emergencia en hospitales y centros de salud y los toxicólogos están notando un incremento de los problemas y síntomas relacionados con la cafeína; esto es especialmente notorio entre los adultos jóvenes.

En 2006, solo en los Estados Unidos se gastaron casi cuatro mil millones de dólares en bebidas energizantes; esto es un indicador de la tendencia mundial. Asimismo, ese año se introdujeron en el mundo quinientas nuevas marcas de bebidas de este tipo que contienen niveles significativamente más elevados de cafeína que las bebidas cafeinadas promedio. El análisis de esta realidad revela la fórmula utilizada para atrapar a los niños y jóvenes: se los expone a bebidas azucaradas, luego se les agrega cafeína, y más tarde son introducidos a las bebidas energizantes. El siguiente paso es adicionar alcohol a las bebidas energizantes que son presentadas y comercializadas de una forma muy similar. Como resultado se produce fácilmente confusión de marcas. A ello contribuye que, estratégicamente, se venden a menor precio las bebidas energizantes con alcohol que las que no lo tienen. Además, el diseño del producto y la comercialización apunta a los jóvenes, y el objetivo final es el “ebrio bien despierto”. ¡Qué parodia! Uno de cada tres adolescentes probablemente haga uso de bebidas energizantes (en comparación con uno de cada diez adultos). Tenemos el deber de informar a los jóvenes, de darles el ejemplo y de luchar contra este mal que ataca a nuestra sociedad.

La cafeína es útil como componente de ciertos analgésicos, para tratar las migrañas y otras afecciones que producen dolor. Para los que creen necesario utilizar estos medicamentos, les hará bien saber que Elena de White menciona que ella misma consumió café (presumiblemente refiriéndose a la cafeína) como medicina. (Véase Mensajes selectos, vol. 2, p. 347, 348.)

Haremos bien en aplicar con oración y de manera consecuente el principio de la temperancia: “La verdadera temperancia nos enseña a abstenernos por completo de todo lo perjudicial, y a usar cuerdamente lo que es saludable” (Elena de White, Patriarcas y profetas, p. 605).

Fuente: AdventistWorld.com
Autores: Ministerios de Salud de la Asociación General
-Peter N. Landless,
M.B., B.Ch., M.Med., F.C.P.(SA), F.A.C.C., es ejecutivo del ICPA y director asociado de Ministerios de Salud de la Asociación General.

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martes, 11 de noviembre de 2008

Los pacientes con ansiedad creen tener más problemas fisiológicos de los que realmente padecen

Los pacientes que sufren una patología de ansiedad grave, como trastorno de pánico con y sin agorafobia, ansiedad social o ansiedad generalizada, creen tener más alteraciones fisiológicas de las que realmente presentan, según se desprende de una tesis doctoral realizada por la doctora María Isabel Viedma, del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada (UGR).

Según este trabajo, entre los principales síntomas que los pacientes con ansiedad afirman sufrir se encuentran palpitaciones, sudoración, respiración irregular, temblor de manos y tensión muscular.

No obstante, esta investigación, realizada sobre 83 pacientes con ansiedad atendidos en el programa de 'Evaluación y Tratamiento de los Trastornos de Ansiedad' de la Facultad de Psicología, sostiene que la aplicación de pruebas psicofisiológicas sobre este grupo de personas ha demostrado que, en realidad, son menos intensos de lo que ellos experimentan subjetivamente.

Así, y a pesar de que muchos de estos pacientes manifiestan verbalmente síntomas fisiológicos de gran intensidad en entrevistas y cuestionarios, cuando se toman medidas reales de estos síntomas, a través de pruebas psicofisiológicas, resultan hiporreactivos.

Dicho trabajo también revela que los pacientes que sufren una patología de ansiedad menos grave, como puede ser un temor excesivo e irracional a un objeto, ciertos animales, espacios cerrados, a las alturas o a las tormentas, sí muestran una alta reactividad en las pruebas psicofisiológicas.

Sobre este punto, Viedma apunta en su tesis a la existencia de una relación entre la capacidad para reaccionar fisiológicamente y el pronóstico del éxito terapéutico, ya que son precisamente los pacientes con fobias específicas los que más se benefician del tratamiento cognitivo-conductual llevado a cabo.

Por ello, este trabajo afirma que la presencia de síntomas fisiológicos es un buen predictor de mejora en pacientes con trastornos de ansiedad.

PREVALENCIA

Según apunta esta investigadora, los trastornos de ansiedad representan el problema psicopatológico de mayor prevalencia entre los países industrializados. De hecho, la prevalencia de las fobias específicas oscila entre el 8,8 y el 12,5 por ciento de la población general, según estadísticas estadounidenses.

Aunque pocas personas que manifiestan temores específicos entran en la categoría de fóbicos, para casi el 11 por ciento de estas personas, sus temores son lo bastante graves como para afectar a sus vidas de una forma significativa.

La investigadora destaca que, a la luz de los resultados de su investigación, "queda demostrado" que en la evaluación clínica de la ansiedad patológica no sólo deben realizarse pruebas cognitivo-verbales y conductuales (compuestas tradicionalmente por entrevistas y cuestionarios), sino también pruebas psicofisiológicas.

"Nuestra investigación tiene importantes implicaciones clínicas en relación al diagnóstico y pronóstico del éxito terapéutico, así como en el diseño de estrategias de intervención más eficaces en el ámbito de los trastornos de ansiedad", señala esta experta en una nota.

Parte de las conclusiones de esta investigación han sido presentadas recientemente en congresos nacionales e internacionales como los organizados por la Sociedad Española de Psicofisiología (SEPF) y la Society for Psychophysiological Research (SPR), entre otros.

Esta investigación ha estado dirigida por los profesores Jaime Vila y María del Carmen Fernández-Santaella, del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico. Para llevarla a cabo, se trabajó con 83 pacientes diagnosticados de alguno de los siguientes trastornos de ansiedad: trastorno de pánico con y sin agorafobia, ansiedad social, ansiedad generalizada y fobias específicas.

Todos ellos fueron atendidos en el programa de 'Evaluación y Tratamiento de los Trastornos de Ansiedad' de la Unidad de Psicología Clínica de la Facultad de Psicología.

Fuente: EUROPA PRESS

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